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Necesitamos otras gafas para mirar al mundo

Hoy es cinco de junio. Hace cuarenta años, un día como hoy, se iniciaba la Conferencia sobre el Medio Humano, celebrada en Suecia. Meses antes, la Asamblea General de las Naciones Unidas había designado dicha jornada como Día Mundial del Medio Ambiente. Desde entonces, este día es utilizado por administraciones, colegios, las propias Naciones Unidas y todo tipo de entidades para fomentar la sensibilización mundial sobre el medio ambiente y promover la atención y acción política al respecto. El objetivo es motivar a las personas para que se conviertan en agentes activos del cambio, posibilitando que todos disfruten de un futuro más próspero.

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Como no podía ser de otra forma, la presente columna quincenal pretende contribuir a tan digno objetivo. Si hablamos de ecología, tenemos que empezar hablando de petróleo. Llevamos 150 años consumiéndolo y ya nos quedan menos de 50. Lo que la naturaleza tardó 300 millones de años en crear, ahora en menos de 200 años acabaremos con él, quemándolo y emitiendo dióxido de carbono al aire.

Con mil millones de coches en el mundo, sin duda el transporte es el principal culpable de las emisiones de efecto invernadero. Por eso, ahora la Tierra tiene fiebre. Aunque algunos sigan negando la evidencia, el calentamiento global es uno de los principales problemas ambientales a los que tenemos que enfrentarnos como Planeta.

En los próximos treinta años habrá doscientos millones de personas que serán refugiados ambientales, es decir, serán desplazados a la fuerza por las condiciones ambientales, fundamentalmente por la desertización.

En cuanto a los árboles, cada año se tala en el mundo la mitad de la superficie del estado español. Se extinguen 30.000 especies al año, muchas sin llegar a conocerse y sin saber la utilidad que puedan tener para nuestro provecho.

Mientras 900 millones de personas en el mundo pasan hambre, utilizamos el 26% del territorio para producir alimentos para el ganado. La próxima generación sería la última en consumir pescado en estado salvaje. Así podríamos continuar con todas las temáticas, el agua, la agricultura, la ganadería, la soberanía alimentaria, la energía, los residuos, la contaminación en sus diferentes variantes, etc. En fin, como nos dice Eduardo Galeano: "Vamos directos al desastre. Pero joder, en qué coches".

A pesar de todo ello, seguro que hay muchas personas que ahora están pensando que esto no es importante, que lo importante es la crisis económica y el paro. Y es que necesitamos otras gafas para ver el mundo, tanto de cerca como de lejos.

Para darnos cuenta que es imposible un crecimiento infinito en un mundo finito, para darnos cuenta que lo que debemos buscar es la prosperidad que asuma los límites del planeta, una prosperidad personal unida a la prosperidad de las demás personas, es decir, necesitamos otra escala de valores éticos.

Necesitamos redefinir cuales son las ‘necesidades reales’, así como el concepto de austeridad en cuanto a bienes materiales. Necesitamos un mejor reparto de riqueza y empleo, así como caminar hacia las energías renovables y la eficiencia energética.

Necesitamos buscar otra manera de ocupar el territorio, que tantos disgustos nos está dando ahora. Quizás si nos hubiéramos dotado de estas gafas desde el principio, las cosas nos podrían ir un poco mejor. Pero aún no es tarde para actuar, seguro que algo podemos hacer nosotros directamente para contribuir a un mundo mejor.

PEPE R. SILLERO

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