Si bien seguro pueda existir algún energúmeno que piense que ‘con la que está cayendo’ los derechos de los animales deben pasar a un segundo plano, yo soy también de los que piensan, como lo afirmaba Gandhi, que “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales”.
Recién terminados los ‘San Fermines de Pamplona’, puede ser discutible, como mal menor, la opción de muchas personas que apuestan por mantener solamente los encierros y otras fiestas que utilizan a los animales sin realizarles un sufrimiento directo, acabando de este modo con la barbarie que suponen las corridas de toros.
Sí, yo también soy de los que piensan que las corridas de toros son un espectáculo anacrónico y aberrante que, como tradición centenaria, debe formar parte de la historia y no del presente.
Tras la prohibición de las corridas de toros en Canarias y Cataluña, el lobby taurino no ha perdido el tiempo para paliar la constatación real que supone un descenso general, tanto por la propia afición, como por el número de corridas realizadas. De esta forma, muchas televisiones públicas, como Canal Sur, aumentan los programas taurinos en horario infantil para intentar sumar adeptos entre un público joven que, afortunadamente, mira para otro lado.
Las diferentes administraciones y gobiernos, continúan inyectando dinero público a la ‘fiesta’ mientras recortan en servicios sociales, sanidad o educación. Y es que el propio sector taurino reconoce que, aunque se llenaran las plazas, no es una actividad que se autosostenga económicamente sin la ayuda de subvenciones públicas.
Por aterrizar desde la visión local que caracteriza a la presente columna de opinión personal, entiendo que Baena también debiera ser municipio libre de corridas de toros, tras la aprobación de la moción respectiva en el Pleno de la Corporación, si bien, afortunadamente, hace ya varios años en los que no se instalan plazas de toros portátiles en Baena.
También hay ya más de un centenar (y Baena podría sumarse) de municipios libres de circos con animales. Así evitaremos la recurrente instalación por navidades de circos con animales, dado el sufrimiento ocasionado con el modo de vida que se les da a osos, tigres, elefantes, etc.
También me gustaría utilizar estas líneas para recordar, a quien posiblemente podría ser un reconocido antitaurino del siglo pasado en Baena. Escribo ‘posiblemente’ porque es algo que no tengo documentado históricamente. Y es que cuentan algunos vecinos, de cómo D. José Baena (propietario del granero donde más tarde se ubicara el restaurante El Gallo Rojo y posteriormente la Academia Alábora, así como de toda la parcela colindante), cuando le pidieron ceder parte de su terreno para la construcción de una plaza de toros, éste se negó, argumentando como motivo el propio fin al que se destinaría. De este modo, el proyecto de instalación de una plaza de toros se trasladó a Cabra, en beneficio de al menos los baenenses antitaurinos que pudiera existir en aquella época.
Sin embargo, poco después le pedirían el mismo terreno para un colegio y accedió, estando utilizado en la actualidad por los patios del Colegio Espíritu Santo, un fin, el educativo, mucho mas loable que el anterior.
Recién terminados los ‘San Fermines de Pamplona’, puede ser discutible, como mal menor, la opción de muchas personas que apuestan por mantener solamente los encierros y otras fiestas que utilizan a los animales sin realizarles un sufrimiento directo, acabando de este modo con la barbarie que suponen las corridas de toros.
Sí, yo también soy de los que piensan que las corridas de toros son un espectáculo anacrónico y aberrante que, como tradición centenaria, debe formar parte de la historia y no del presente.
Tras la prohibición de las corridas de toros en Canarias y Cataluña, el lobby taurino no ha perdido el tiempo para paliar la constatación real que supone un descenso general, tanto por la propia afición, como por el número de corridas realizadas. De esta forma, muchas televisiones públicas, como Canal Sur, aumentan los programas taurinos en horario infantil para intentar sumar adeptos entre un público joven que, afortunadamente, mira para otro lado.
Las diferentes administraciones y gobiernos, continúan inyectando dinero público a la ‘fiesta’ mientras recortan en servicios sociales, sanidad o educación. Y es que el propio sector taurino reconoce que, aunque se llenaran las plazas, no es una actividad que se autosostenga económicamente sin la ayuda de subvenciones públicas.
Por aterrizar desde la visión local que caracteriza a la presente columna de opinión personal, entiendo que Baena también debiera ser municipio libre de corridas de toros, tras la aprobación de la moción respectiva en el Pleno de la Corporación, si bien, afortunadamente, hace ya varios años en los que no se instalan plazas de toros portátiles en Baena.
También hay ya más de un centenar (y Baena podría sumarse) de municipios libres de circos con animales. Así evitaremos la recurrente instalación por navidades de circos con animales, dado el sufrimiento ocasionado con el modo de vida que se les da a osos, tigres, elefantes, etc.
También me gustaría utilizar estas líneas para recordar, a quien posiblemente podría ser un reconocido antitaurino del siglo pasado en Baena. Escribo ‘posiblemente’ porque es algo que no tengo documentado históricamente. Y es que cuentan algunos vecinos, de cómo D. José Baena (propietario del granero donde más tarde se ubicara el restaurante El Gallo Rojo y posteriormente la Academia Alábora, así como de toda la parcela colindante), cuando le pidieron ceder parte de su terreno para la construcción de una plaza de toros, éste se negó, argumentando como motivo el propio fin al que se destinaría. De este modo, el proyecto de instalación de una plaza de toros se trasladó a Cabra, en beneficio de al menos los baenenses antitaurinos que pudiera existir en aquella época.
Sin embargo, poco después le pedirían el mismo terreno para un colegio y accedió, estando utilizado en la actualidad por los patios del Colegio Espíritu Santo, un fin, el educativo, mucho mas loable que el anterior.
PEPE R. SILLERO
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