Que va a tronar es seguro. La sorpresa es que no lo haya hecho en agosto, que se ha parecido un poco a aquellos agostos de antaño en los que había que inventarse una serpiente de verano y hasta que reapareciera el monstruo del lago Ness para llenar una página. No ha sido así pero, comparado con los sobresaltos de otros años, hasta puede ser considerado tranquilo. De hecho, los políticos han ido de vacaciones y no les han apedreado demasiado.
Pero la tronera está a la vuelta de la esquina. Se da por segura la conjunción tormentosa de Barcenas-Pedro J. que tendrá mucha carga eléctrica y que tiene en un sinvivir al PP. Pero no dejen de observar al sur, porque por allí puede descargar la “gota fría” que se lleve mucho PSOE en la riada.
Se va Griñán, sí. Pero se queda Alaya. Y el último escalón, el definitivo, al que subir en la exigencia de responsabilidades puede inaugurar el otoño conduciendo ante el banquillo al hasta hoy presidente de la Junta de Andalucia y, no se olvide, presidente del partido. Y varios más. Puede resultar hasta difícil encontrar consejero habilitado para seguir siéndolo.
En lo de Bárcenas la espada que pende es la nómina y el apaño. A esto se apunta el PSOE, que prosigue en su idea de hacer en exclusiva con ello toda su campaña. Para ellos y, por supuesto, para el tandem que suministra munición, Rajoy ha mentido. Debe dimitir, claro. Y como no pueden obligarlo, se sacan eso de que los “populares” les aprueben una reforma del reglamento. ¿Cómo no se les ocurrió en los muchos lustros de sus mayorías?
Y todo para poder reprobarlo sin presentar una moción de censura. Que al final no van a tener más remedio que presentarla en forma y fondo, esto es, con un candidato con programa y alternativa. Y votos. Lo que parece que no tienen.
Lo de la nómina de Bárcenas es muy feo. Pero sabido. Un apaño fraudulento. Querían que se fuese, pero no lo echaron y negociaron la salida. Lo del famoso diferido de Cospedal. Acuerdo “entre amigos”, del que ahora se retracta ante el juzgado y demanda por despido, como es lógico, el veraneante en Soto del Real, con pago fraccionado en nóminas y Seguridad Social.
Muy feo y que les ha estallado en plena cara. Lo apañó Arenas, lo aceptó Rajoy y lo ejecutó Cospedal. Una equivocación reconocida ante el Congreso. Algunos se fiaron de Bárcenas, otros hacían algo más que fiarse y, en vez de limpiar la fosa séptica, pretendieron sellarla contando con él. Y cuando al pájaro lo vuelven a imputar porque le pillan la pasta inmensa en Suiza, ya no hay remedio a la chapuza. Explota todo. Con retardo y en secuencias controladas, pero todo.
La oposición estirará la nómina hasta final de Legislatura y espera que algo más estalle. Conversaciones grabadas. Eso es lo que se insiste que queda como bala. Lo del ordenador, me dicen que dice quien cuenta a los que cuentan, no tiene apenas pólvora y está mojada.
También secretean que hay “guerra en el PP”, pero esa la ve uno a más largo plazo. Ahora lo que me malicio es un tiempo de cabezas cortadas. Algún parlamentario larga en privado, o sea, después de la tertulia televisada, pero en verdad y por dentro a Mariano no se le enfrenta nadie y Cospedal y Soraya lo flanquean en tregua obligada. Moverán piezas y adelantarán posiciones de futuro.
El Gobierno –¡lo que son las cosas!- de lo que quiere hablar es de economía. El verano no ha dejado de emitir señales positivas en el turismo, en la exportación y en “aquella prima” que parecía arrastrarnos al abismo y ahora dice De Guintos que nos va a ahorrar 5.000 millones. Pues que se lo diga a Montoro y nos bajen los impuestos. Creo que eso sería lo único, pero lo único, que nos dejaría sin hablar de Bárcenas, al menos por un día, ahora que agosto se escapa y vuelve la tronera.
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Se va Griñán, sí. Pero se queda Alaya. Y el último escalón, el definitivo, al que subir en la exigencia de responsabilidades puede inaugurar el otoño conduciendo ante el banquillo al hasta hoy presidente de la Junta de Andalucia y, no se olvide, presidente del partido. Y varios más. Puede resultar hasta difícil encontrar consejero habilitado para seguir siéndolo.
En lo de Bárcenas la espada que pende es la nómina y el apaño. A esto se apunta el PSOE, que prosigue en su idea de hacer en exclusiva con ello toda su campaña. Para ellos y, por supuesto, para el tandem que suministra munición, Rajoy ha mentido. Debe dimitir, claro. Y como no pueden obligarlo, se sacan eso de que los “populares” les aprueben una reforma del reglamento. ¿Cómo no se les ocurrió en los muchos lustros de sus mayorías?
Y todo para poder reprobarlo sin presentar una moción de censura. Que al final no van a tener más remedio que presentarla en forma y fondo, esto es, con un candidato con programa y alternativa. Y votos. Lo que parece que no tienen.
Lo de la nómina de Bárcenas es muy feo. Pero sabido. Un apaño fraudulento. Querían que se fuese, pero no lo echaron y negociaron la salida. Lo del famoso diferido de Cospedal. Acuerdo “entre amigos”, del que ahora se retracta ante el juzgado y demanda por despido, como es lógico, el veraneante en Soto del Real, con pago fraccionado en nóminas y Seguridad Social.
Muy feo y que les ha estallado en plena cara. Lo apañó Arenas, lo aceptó Rajoy y lo ejecutó Cospedal. Una equivocación reconocida ante el Congreso. Algunos se fiaron de Bárcenas, otros hacían algo más que fiarse y, en vez de limpiar la fosa séptica, pretendieron sellarla contando con él. Y cuando al pájaro lo vuelven a imputar porque le pillan la pasta inmensa en Suiza, ya no hay remedio a la chapuza. Explota todo. Con retardo y en secuencias controladas, pero todo.
La oposición estirará la nómina hasta final de Legislatura y espera que algo más estalle. Conversaciones grabadas. Eso es lo que se insiste que queda como bala. Lo del ordenador, me dicen que dice quien cuenta a los que cuentan, no tiene apenas pólvora y está mojada.
También secretean que hay “guerra en el PP”, pero esa la ve uno a más largo plazo. Ahora lo que me malicio es un tiempo de cabezas cortadas. Algún parlamentario larga en privado, o sea, después de la tertulia televisada, pero en verdad y por dentro a Mariano no se le enfrenta nadie y Cospedal y Soraya lo flanquean en tregua obligada. Moverán piezas y adelantarán posiciones de futuro.
El Gobierno –¡lo que son las cosas!- de lo que quiere hablar es de economía. El verano no ha dejado de emitir señales positivas en el turismo, en la exportación y en “aquella prima” que parecía arrastrarnos al abismo y ahora dice De Guintos que nos va a ahorrar 5.000 millones. Pues que se lo diga a Montoro y nos bajen los impuestos. Creo que eso sería lo único, pero lo único, que nos dejaría sin hablar de Bárcenas, al menos por un día, ahora que agosto se escapa y vuelve la tronera.
ANTONIO PÉREZ HENARES