En el artículo anterior intenté perfilar algunas indicaciones sobre la vuelta al cole. En esta entrega intento matizar algunos aspectos más, buscando que dicho inicio y ulterior continuación sean lo menos traumático posible. El nuevo curso no se improvisa de la noche a la mañana. De hecho lo ideal, durante el verano, habría sido mantener unas relajadas rutinas, alternado divertimento con algo de estudio, bien sea lectura o suave inmersión en las materias del próximo curso.
La vuelta al cole debería diseñarse planificando horarios para estudiar y para realizar las tareas escolares que la nueva etapa requiere. Dichos horarios han de acoplarse a la disponibilidad de cada escolar pero, además, deberán cumplirse diariamente para crear un hábito de trabajo.
En esta carrera se empieza entrenando poco a poco, hasta estar en la posible y mejor forma física y psicológica. Aun así, las posibilidades de éxito, sobre todo con los hijos mayores, se nos escapan por circunstancias varias y ajenas a nuestros deseos y a sus intereses.
Nos complazca o no, el rol que debe desempeñar la familia en esta parcela es importante. Animar, buscar puntos positivos, no atosigarles, serían opciones aceptables por nuestra parte, pero sin bajar la guardia. En definitiva, se hace necesario motivar para que el inicio no resulte demasiado traumático y la vuelta sea suave y no marque un punto de inflexión violento.
Un tábano en los ijares de la burra: ¿centro público o privado? Posibilidades, intereses, mandan. "Privado" quiere decir exactamente "escogido", con ideario, supuestamente bien dotado de medios, con capacidad para ensanchar relaciones que a la larga pueden ser beneficiosas. ¿Con más calidad? ¡Perdonen que no me levante!
Las élites políticas, de casi todos los colores, siempre han optado por lo privado. Personalmente puedo decir que estoy muy satisfecho de la educación y conocimientos que mis hijos han recibido en el sistema público, tanto en la escuela como en el instituto y la universidad.
Algunas reflexiones sobre el tema
Supermercados y grandes cadenas se lanzan estos días como lobos hambrientos a la yugular del consumidor: ¿Preparados para la vuelta…? Disfrute la vuelta al cole con…, dice la cadena X y por supuesto al mejor precio; te costará menos comprando en…, porque la calidad no es cara…, apostilla el supermercado Z.
Y desde luego la calidad no es cara, es una cruz para la mayoría, porque realmente es un calvario enfrentarse a otra situación más como la que comporta la circunstancia escolar. La publicidad nos asalta con mochilas “guay”, tablets y otras zarandajas que despiertan el más furibundo deseo de posesión –a nadie le amarga un dulce-. Pero la realidad es la que debe mandar. Demostremos que realmente ¡yo no soy tonto!
Si alguien está interesado en el tema o le pica la curiosidad, le dejo alguna referencia digital que ofrece una tanda de sugerentes mochilas-carrito por un lado (trolley llaman a este Porsche escolar) –para llevar de todo menos libros, me da la impresión a mí- que dicen son “el no va más” y por otro una variada letanía de aparatejos (gadgets les llaman en inglés) que tentarán a escolares y progenitores por aquello de ir a la última y creerse diferentes, pero “Don Bolsillo” debe mandar, entre otras cuestiones porque no siempre son artilugios necesarios.
¿En contra de las nuevas tecnologías? No, sólo un leve matiz: hacen falta, sí y además son necesarias. ¿Puedo comprarlos? Lo ideal sería que papá Estado dotara a los centros de la tecnología básica. A la espera de ese milagro se hace necesario sopesar muy bien cuál o cuáles puedo comprar y cuáles son necesarios.
¡Ojo! No todo lo que reluce en Internet es oro. No está de más recordar que hay mucho espabilado en la Red y que no nos dejemos engatusar con la zanahoria que nos ponen delante para que corramos hacia el derroche. No están los tiempos para tirar cohetes.
La clave para ahorrar –dicho en plata: para no gastar más de lo necesario- se encuentra en analizar qué le hace falta al niño y solamente adquirir lo que realmente necesite, manteniendo posturas alejadas de lo superfluo o lo caprichoso.
Algunas sugerencias para el inicio de curso
La vuelta a la normalidad podría ser momento propicio para fomentar costumbres en pro de una alimentación saludable, sobre todo en el desayuno, que contribuirán a un mejor rendimiento físico y mental. “Mens sana in corpore sano”.
No estaría mal ir adaptándoles de forma progresiva al horario escolar manteniendo hora de irse a dormir y de levantarse para evitar cansancios impertinentes, lo que de paso contribuiría a poder cumplir horarios incluso los fines de semana.
La preparación del material se debe hacer contando con ellos, pero de forma racional sin ceder a caprichos. Comprar libros, forrarlos, preparar mochila, etc., debe convertirse en una actividad participativa para demostrarles lo provechoso que es ir al colegio, eso sí, sin sermonearlos.
Explicarles, sobre todo a los pequeños, que la vuelta al cole tiene aspectos importantes como volver a ver y/o hacer nuevos amigos con los que jugar, adquirir conocimientos nuevos, realizar excursiones y actividades varias e interesantes. Infundirles confianza y despertar su curiosidad ante la nueva situación es fundamental.
El hecho de acompañarlos –a los más pequeños, los mayores nos agradecerán que los dejemos solos- los primeros días, tanto para llevarlos como para recogerlos, les dará confianza y será un punto de apoyo básico por nuestra parte. Interesarnos de forma suave, sin agobios ni presión, por cómo les fue el día les dará confianza y tranquilidad. Nuestro interés por su jornada juega positivamente.
Nunca se debe usar el colegio/instituto como arma arrojadiza para reprimir o amenazar. Incluso en el caso de no estar de acuerdo con actuaciones del centro escolar, es mala política por nuestra parte hablarles mal del colegio y los profesores.
Si tenemos algún problema en ese sentido es más eficaz que los padres nos enfrentarnos inmediatamente a él, antes que desautorizar. A la larga las descalificaciones se vuelven en contra nuestra y suelen colaborar a que nuestros hijos se reboten y se descuelguen de la marcha habitual.
En lo referente a marcas de vestimenta –“marquear” le llamo-, hago unas matizaciones. Hace ya tiempo que desde la clase de Ética, un grupo de profesores con inquietudes sociales hemos intentado educar en un consumo razonable, no en marcas, no en usar y tirar, pero eso no era aceptable porque iba en contra del rebaño establecido, del querer señalarse, de las apariencias…
Y discutíamos sobre llevar o no uniformes –en otra época babis- y había un rotundo rechazo porque eso era unificar, porque cada uno tiene derecho a su individualidad, hasta los progenitores se oponían abiertamente en el Consejo Escolar.
Y si, con cierta soterrada ironía, se te ocurría hacer una rueda de identificación entre los alumnos, estos podían comprobar que todos iban vestidos con dos o más marcas, mismo corte, mismo color, mismo diseño. A este tipo de actividad en clase le llamaban "manipulación", cuando según la publicidad más atrevida “eres libre de poder elegir” (por supuesto, lo que ellos anuncian). ¡Ironías del destino!
Enlaces de interés
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En esta carrera se empieza entrenando poco a poco, hasta estar en la posible y mejor forma física y psicológica. Aun así, las posibilidades de éxito, sobre todo con los hijos mayores, se nos escapan por circunstancias varias y ajenas a nuestros deseos y a sus intereses.
Nos complazca o no, el rol que debe desempeñar la familia en esta parcela es importante. Animar, buscar puntos positivos, no atosigarles, serían opciones aceptables por nuestra parte, pero sin bajar la guardia. En definitiva, se hace necesario motivar para que el inicio no resulte demasiado traumático y la vuelta sea suave y no marque un punto de inflexión violento.
Un tábano en los ijares de la burra: ¿centro público o privado? Posibilidades, intereses, mandan. "Privado" quiere decir exactamente "escogido", con ideario, supuestamente bien dotado de medios, con capacidad para ensanchar relaciones que a la larga pueden ser beneficiosas. ¿Con más calidad? ¡Perdonen que no me levante!
Las élites políticas, de casi todos los colores, siempre han optado por lo privado. Personalmente puedo decir que estoy muy satisfecho de la educación y conocimientos que mis hijos han recibido en el sistema público, tanto en la escuela como en el instituto y la universidad.
Algunas reflexiones sobre el tema
Supermercados y grandes cadenas se lanzan estos días como lobos hambrientos a la yugular del consumidor: ¿Preparados para la vuelta…? Disfrute la vuelta al cole con…, dice la cadena X y por supuesto al mejor precio; te costará menos comprando en…, porque la calidad no es cara…, apostilla el supermercado Z.
Y desde luego la calidad no es cara, es una cruz para la mayoría, porque realmente es un calvario enfrentarse a otra situación más como la que comporta la circunstancia escolar. La publicidad nos asalta con mochilas “guay”, tablets y otras zarandajas que despiertan el más furibundo deseo de posesión –a nadie le amarga un dulce-. Pero la realidad es la que debe mandar. Demostremos que realmente ¡yo no soy tonto!
Si alguien está interesado en el tema o le pica la curiosidad, le dejo alguna referencia digital que ofrece una tanda de sugerentes mochilas-carrito por un lado (trolley llaman a este Porsche escolar) –para llevar de todo menos libros, me da la impresión a mí- que dicen son “el no va más” y por otro una variada letanía de aparatejos (gadgets les llaman en inglés) que tentarán a escolares y progenitores por aquello de ir a la última y creerse diferentes, pero “Don Bolsillo” debe mandar, entre otras cuestiones porque no siempre son artilugios necesarios.
¿En contra de las nuevas tecnologías? No, sólo un leve matiz: hacen falta, sí y además son necesarias. ¿Puedo comprarlos? Lo ideal sería que papá Estado dotara a los centros de la tecnología básica. A la espera de ese milagro se hace necesario sopesar muy bien cuál o cuáles puedo comprar y cuáles son necesarios.
¡Ojo! No todo lo que reluce en Internet es oro. No está de más recordar que hay mucho espabilado en la Red y que no nos dejemos engatusar con la zanahoria que nos ponen delante para que corramos hacia el derroche. No están los tiempos para tirar cohetes.
La clave para ahorrar –dicho en plata: para no gastar más de lo necesario- se encuentra en analizar qué le hace falta al niño y solamente adquirir lo que realmente necesite, manteniendo posturas alejadas de lo superfluo o lo caprichoso.
Algunas sugerencias para el inicio de curso
La vuelta a la normalidad podría ser momento propicio para fomentar costumbres en pro de una alimentación saludable, sobre todo en el desayuno, que contribuirán a un mejor rendimiento físico y mental. “Mens sana in corpore sano”.
No estaría mal ir adaptándoles de forma progresiva al horario escolar manteniendo hora de irse a dormir y de levantarse para evitar cansancios impertinentes, lo que de paso contribuiría a poder cumplir horarios incluso los fines de semana.
La preparación del material se debe hacer contando con ellos, pero de forma racional sin ceder a caprichos. Comprar libros, forrarlos, preparar mochila, etc., debe convertirse en una actividad participativa para demostrarles lo provechoso que es ir al colegio, eso sí, sin sermonearlos.
Explicarles, sobre todo a los pequeños, que la vuelta al cole tiene aspectos importantes como volver a ver y/o hacer nuevos amigos con los que jugar, adquirir conocimientos nuevos, realizar excursiones y actividades varias e interesantes. Infundirles confianza y despertar su curiosidad ante la nueva situación es fundamental.
El hecho de acompañarlos –a los más pequeños, los mayores nos agradecerán que los dejemos solos- los primeros días, tanto para llevarlos como para recogerlos, les dará confianza y será un punto de apoyo básico por nuestra parte. Interesarnos de forma suave, sin agobios ni presión, por cómo les fue el día les dará confianza y tranquilidad. Nuestro interés por su jornada juega positivamente.
Nunca se debe usar el colegio/instituto como arma arrojadiza para reprimir o amenazar. Incluso en el caso de no estar de acuerdo con actuaciones del centro escolar, es mala política por nuestra parte hablarles mal del colegio y los profesores.
Si tenemos algún problema en ese sentido es más eficaz que los padres nos enfrentarnos inmediatamente a él, antes que desautorizar. A la larga las descalificaciones se vuelven en contra nuestra y suelen colaborar a que nuestros hijos se reboten y se descuelguen de la marcha habitual.
En lo referente a marcas de vestimenta –“marquear” le llamo-, hago unas matizaciones. Hace ya tiempo que desde la clase de Ética, un grupo de profesores con inquietudes sociales hemos intentado educar en un consumo razonable, no en marcas, no en usar y tirar, pero eso no era aceptable porque iba en contra del rebaño establecido, del querer señalarse, de las apariencias…
Y discutíamos sobre llevar o no uniformes –en otra época babis- y había un rotundo rechazo porque eso era unificar, porque cada uno tiene derecho a su individualidad, hasta los progenitores se oponían abiertamente en el Consejo Escolar.
Y si, con cierta soterrada ironía, se te ocurría hacer una rueda de identificación entre los alumnos, estos podían comprobar que todos iban vestidos con dos o más marcas, mismo corte, mismo color, mismo diseño. A este tipo de actividad en clase le llamaban "manipulación", cuando según la publicidad más atrevida “eres libre de poder elegir” (por supuesto, lo que ellos anuncian). ¡Ironías del destino!
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PEPE CANTILLO