Algunas de las preguntas que en ocasiones uno suele hacerse son del tipo: ¿Qué hubiera sucedido si alguien hubiese matado a alguno de los grandes dictadores que han poblado la historia de la humanidad? ¿Cómo hubiera cambiado el rumbo de la misma si ese personaje no hubiera existido o fallecido en su niñez?
Imaginamos que el camino sería muy distinto al conocido, que no se habría generado tanto dolor y que no se arrastrarían las secuelas que conlleva la existencia de un dictador o un tirano que marcó con hierro candente la piel del país. Pero esto, por desgracia, se queda en el ámbito de la especulación y no queda más remedio que avanzar intentando cerrar las heridas heredadas de ese tiempo.
Estas reflexiones me las hago tras haber visto en el ordenador un anuncio que actualmente se está divulgando por las redes sociales y que considero de gran interés mostrar, al tiempo que realizar unos comentarios acerca del mismo, pues, como muchas veces sucede, tras unas bellas y cuidadas imágenes hay un mensaje éticamente muy cuestionable.
Esto, a fin de cuentas, es lo que sucede con un spot publicitario (no autorizado por la casa Mercedes Benz) realizado por un grupo de estudiantes alemanes de la Escuela de Cinematografía de Baden-Württemberg. Para ello toman como pretexto la promoción del modelo de Mercedes Benz Werbung 2013, haciendo referencia a una de sus nuevas prestaciones: prevenir los atropellos que pudieran surgir.
He de manifestar que esta pequeña película técnicamente es excelente; y de no haber leído con anterioridad quiénes la han realizado, estaría por afirmar que su elaboración correspondería a un grupo de profesionales del mundo cinematográfico.
En cierto modo, existe un paralelismo con el spot de la empresa cárnica Campofrío que comenté las Navidades pasadas en el artículo titulado Un gran anuncio con trampa. En ambos casos, se acude a una breve narración cinematográfica de gran calidad visual con la intención de impactar, sea a través de los sentimientos de compasión (Campofrío) o a través de un relato con un fondo ético muy cuestionable (Mercedes Benz).
Una vez que hemos visto el spot, paso a comentarlo brevemente. Como hemos comprobado, la escena se inicia en el mundo rural, décadas atrás, y con personajes que portan vestimentas que recuerdan a Centroeuropa. En un ambiente invernal, y con el tañido de una campana de fondo, aparecen diferentes planos de campesinos trabajando en distintas faenas. De pronto, alzan la vista ante un elemento que se acerca al lugar en el que se encuentran.
Se pasa a un plano detalle, en el que se muestra el salpicadero de un coche que marca la señal de peligro, porque hay dos niñas jugando en el camino por el que circula. Al instante frena, con lo que se evita lo que podría haber sido un accidente. Rápidamente, la madre acude a retirarlas y sacarlas de allí.
En el siguiente plano, la música se hace más intensa. El Mercedes Benz, en el que curiosamente no se ve a nadie que lo conduzca, retoma la marcha. Ahora contemplamos a un niño que se divierte con una cometa que eleva hacia el cielo. En un breve plano se aprecia que la madre lo observa desde la ventana de la casa.
En esta ocasión, el seguro no funciona y el automóvil atropella al niño. En el instante del accidente, se ve en un fragmento de segundo el rostro de Adolf Hitler. Inmediatamente echa a volar un cuervo graznando, como si metafóricamente fuera el “alma negra” del niño-Hitler que sale del cuerpo. La madre corre hacia él angustiada, al tiempo que grita de manera desgarrada: ¡¡Adolf!!
Finalmente, el coche se aleja del lugar. Un cartel en el camino nos indica que nos encontrábamos en Braunau am Inn, el pueblecito austríaco fronterizo con Alemania en el que nació Adolf Hitler.
La música continúa como si fuera el enlace de unos planos con otros. Antes de terminarse el spot, aparece la pantalla en negro con el eslogan en alemán “Erkennt Gehfaren, bevor sie entshegen” (“Reconoce los peligros antes de que aparezcan”).
La pequeña película se cierra con un plano cenital en el que se ve al niño muerto en el suelo formando la esvástica o cruz gamada, la que fuera el símbolo del nazismo.
Comentarios:
De entrada, tengo serias dudas acerca de este anuncio supuestamente “no autorizado”. Me resulta difícil creer que la empresa Mercedes Benz no tuviera conocimiento del mismo e, incluso, que indirectamente no lo hubiera patrocinado, puesto que de no ser así hubiera solicitado a los autores que de ningún modo se difundiera por las redes sociales. Más aún, sabiendo que en la actualidad los medios digitales son magníficos canales de promoción, a los que acuden en la actualidad muchas empresas para anunciarse.
Por otro lado, en alguna otra ocasión he manifestado que una de las fórmulas tradicionales de la publicidad era A.I.D.A., de modo que cada inicial respondía a un objetivo importante a lograr. El de la letra A inicial se refería a llamar la Atención, objetivo ampliamente alcanzado por este spot “no autorizado”.
Como tengo mis serias dudas de la “inocencia” de Mercedes Benz, cabe preguntarse: ¿Es lícito que para vender un nuevo modelo de coche se utilice un spot en el que se nos dice que tiene un medio que frena ante los peligros, pero que no lo hace ante un niño, llamado Adolf, el que sería el líder del Partido Nacionalsocialista Alemán, germen de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto contra los judíos, gitanos y homosexuales?
La estrategia de persuadir a través de campañas impactantes la comenzó hace algo más de un par de décadas el italiano Oliviero Toscani para la marca Benetton, hasta que “patinó” con una en la que mostraba rostros de personas condenadas a la pena de muerte en Estados Unidos. Lógicamente, en un país tan aficionado a las armas y a la silla eléctrica para los reos en muchos de sus estados, no sentó nada bien que se presentara rostros humanos de condenados a la pena capital para promocionar ropa.
Entre las marcas continuadoras de campañas altamente provocativas se encuentra la italiana Dolce & Gabbana, que empleó distintos carteles de acoso sexual, sabiendo que no se la permitirían sacar públicamente, pero que de ella se hablaría mucho en los medios de comunicación, lo que le resultaría muy rentable.
Por último, nos encontramos con esta de Mercedes Benz, que con bastante cinismo dice que es un spot “no autorizado”, pero que no ha movido un dedo para forzar su retirada de las redes sociales. Y sobre su contenido cabría preguntarse: ¿Es lícito usar un relato en el que se alude a un supuesto atropello y muerte de un niño, que en el futuro sería Adolf Hitler, para promocionar uno de sus últimos modelos que saca al mercado?
Si lo desea, puede compartir este contenido: Imaginamos que el camino sería muy distinto al conocido, que no se habría generado tanto dolor y que no se arrastrarían las secuelas que conlleva la existencia de un dictador o un tirano que marcó con hierro candente la piel del país. Pero esto, por desgracia, se queda en el ámbito de la especulación y no queda más remedio que avanzar intentando cerrar las heridas heredadas de ese tiempo.
Estas reflexiones me las hago tras haber visto en el ordenador un anuncio que actualmente se está divulgando por las redes sociales y que considero de gran interés mostrar, al tiempo que realizar unos comentarios acerca del mismo, pues, como muchas veces sucede, tras unas bellas y cuidadas imágenes hay un mensaje éticamente muy cuestionable.
Esto, a fin de cuentas, es lo que sucede con un spot publicitario (no autorizado por la casa Mercedes Benz) realizado por un grupo de estudiantes alemanes de la Escuela de Cinematografía de Baden-Württemberg. Para ello toman como pretexto la promoción del modelo de Mercedes Benz Werbung 2013, haciendo referencia a una de sus nuevas prestaciones: prevenir los atropellos que pudieran surgir.
He de manifestar que esta pequeña película técnicamente es excelente; y de no haber leído con anterioridad quiénes la han realizado, estaría por afirmar que su elaboración correspondería a un grupo de profesionales del mundo cinematográfico.
En cierto modo, existe un paralelismo con el spot de la empresa cárnica Campofrío que comenté las Navidades pasadas en el artículo titulado Un gran anuncio con trampa. En ambos casos, se acude a una breve narración cinematográfica de gran calidad visual con la intención de impactar, sea a través de los sentimientos de compasión (Campofrío) o a través de un relato con un fondo ético muy cuestionable (Mercedes Benz).
Una vez que hemos visto el spot, paso a comentarlo brevemente. Como hemos comprobado, la escena se inicia en el mundo rural, décadas atrás, y con personajes que portan vestimentas que recuerdan a Centroeuropa. En un ambiente invernal, y con el tañido de una campana de fondo, aparecen diferentes planos de campesinos trabajando en distintas faenas. De pronto, alzan la vista ante un elemento que se acerca al lugar en el que se encuentran.
Se pasa a un plano detalle, en el que se muestra el salpicadero de un coche que marca la señal de peligro, porque hay dos niñas jugando en el camino por el que circula. Al instante frena, con lo que se evita lo que podría haber sido un accidente. Rápidamente, la madre acude a retirarlas y sacarlas de allí.
En el siguiente plano, la música se hace más intensa. El Mercedes Benz, en el que curiosamente no se ve a nadie que lo conduzca, retoma la marcha. Ahora contemplamos a un niño que se divierte con una cometa que eleva hacia el cielo. En un breve plano se aprecia que la madre lo observa desde la ventana de la casa.
En esta ocasión, el seguro no funciona y el automóvil atropella al niño. En el instante del accidente, se ve en un fragmento de segundo el rostro de Adolf Hitler. Inmediatamente echa a volar un cuervo graznando, como si metafóricamente fuera el “alma negra” del niño-Hitler que sale del cuerpo. La madre corre hacia él angustiada, al tiempo que grita de manera desgarrada: ¡¡Adolf!!
Finalmente, el coche se aleja del lugar. Un cartel en el camino nos indica que nos encontrábamos en Braunau am Inn, el pueblecito austríaco fronterizo con Alemania en el que nació Adolf Hitler.
La música continúa como si fuera el enlace de unos planos con otros. Antes de terminarse el spot, aparece la pantalla en negro con el eslogan en alemán “Erkennt Gehfaren, bevor sie entshegen” (“Reconoce los peligros antes de que aparezcan”).
La pequeña película se cierra con un plano cenital en el que se ve al niño muerto en el suelo formando la esvástica o cruz gamada, la que fuera el símbolo del nazismo.
Comentarios:
De entrada, tengo serias dudas acerca de este anuncio supuestamente “no autorizado”. Me resulta difícil creer que la empresa Mercedes Benz no tuviera conocimiento del mismo e, incluso, que indirectamente no lo hubiera patrocinado, puesto que de no ser así hubiera solicitado a los autores que de ningún modo se difundiera por las redes sociales. Más aún, sabiendo que en la actualidad los medios digitales son magníficos canales de promoción, a los que acuden en la actualidad muchas empresas para anunciarse.
Por otro lado, en alguna otra ocasión he manifestado que una de las fórmulas tradicionales de la publicidad era A.I.D.A., de modo que cada inicial respondía a un objetivo importante a lograr. El de la letra A inicial se refería a llamar la Atención, objetivo ampliamente alcanzado por este spot “no autorizado”.
Como tengo mis serias dudas de la “inocencia” de Mercedes Benz, cabe preguntarse: ¿Es lícito que para vender un nuevo modelo de coche se utilice un spot en el que se nos dice que tiene un medio que frena ante los peligros, pero que no lo hace ante un niño, llamado Adolf, el que sería el líder del Partido Nacionalsocialista Alemán, germen de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto contra los judíos, gitanos y homosexuales?
La estrategia de persuadir a través de campañas impactantes la comenzó hace algo más de un par de décadas el italiano Oliviero Toscani para la marca Benetton, hasta que “patinó” con una en la que mostraba rostros de personas condenadas a la pena de muerte en Estados Unidos. Lógicamente, en un país tan aficionado a las armas y a la silla eléctrica para los reos en muchos de sus estados, no sentó nada bien que se presentara rostros humanos de condenados a la pena capital para promocionar ropa.
Entre las marcas continuadoras de campañas altamente provocativas se encuentra la italiana Dolce & Gabbana, que empleó distintos carteles de acoso sexual, sabiendo que no se la permitirían sacar públicamente, pero que de ella se hablaría mucho en los medios de comunicación, lo que le resultaría muy rentable.
Por último, nos encontramos con esta de Mercedes Benz, que con bastante cinismo dice que es un spot “no autorizado”, pero que no ha movido un dedo para forzar su retirada de las redes sociales. Y sobre su contenido cabría preguntarse: ¿Es lícito usar un relato en el que se alude a un supuesto atropello y muerte de un niño, que en el futuro sería Adolf Hitler, para promocionar uno de sus últimos modelos que saca al mercado?
AURELIANO SÁINZ