El prestigioso escritor Frederick Forsyth acaba de publicar una nuera novela: La Lista. Seguro que la leeré, como he hecho con la mayor parte de las que ha publicado hasta el momento. Tiene un genio natural para meterse en asuntos complicados y desarrollar tramas novedosas. Todavía recuerdo el impacto que me produjo Los perros de la guerra, verdaderamente genial.
La Lista, según comenta en una entrevista que le ha hecho el diario ABC, va de espías, mercenarios, terroristas, secuestros y asesinatos. Un thriller de esos que van a quinta velocidad, seguro. Y viniendo de su pluma tiene un éxito garantizado.
En la entrevista me ha dejado preocupado la opinión que manifiesta sobre el papel de las mujeres en estos mundos tan duros. Dice que no tienen presencia en esos ambientes y, ante las dudas planteadas por el entrevistador, añade tajante:
"Cuando presentan a una mujer sexy en uniforme como jefa de las fuerzas especiales británicas, me temo que no es el caso. El jefe será probablemente un antiguo comandante del Special Air Service (SAS, uno de los regimientos de las fuerzas especiales británicas). Y no es sexismo, es un regimiento durísimo, caminan 40 kilómetros con 60 kilos a cuestas, no creo que sea una bestialidad decir que no es fácil para una mujer".
Hasta la Segunda Guerra Mundial, los jefes del espionaje consideraban que las chicas no tenían un hueco en el espionaje. Era cosa de tipos duros. En todo caso, les daban papeles en los que podían sacar provecho de su aparente debilidad y de la tendencia de muchos hombres a volverse locos y perder los papeles por las curvas de su cuerpo.
La guerra sirvió para demostrar al mundo que estaban equivocados. Muchas mujeres contribuyeron a la victoria aliada y fueron torturadas y dieron su vida por la causa, sin aceptar la delación a cambio de salvar la vida.
El machismo quedó latente ahí durante muchos años, aunque fuera de baja intensidad. Ya en los años setenta y ochenta, las mujeres entraron a desempeñar todo tipo de funciones en estos menesteres con idénticos o mejores resultados que los hombres.
En las unidades operativas de todos los servicios secretos del mundo, las mujeres juegan su papel de James Bond en las mismas condiciones que los hombres. No tienen privilegios: mismo trabajo, mismos riesgos. Por eso, no entiendo las palabras de mi admirado Forsyth. Se equivoca totalmente.
La Lista, según comenta en una entrevista que le ha hecho el diario ABC, va de espías, mercenarios, terroristas, secuestros y asesinatos. Un thriller de esos que van a quinta velocidad, seguro. Y viniendo de su pluma tiene un éxito garantizado.
En la entrevista me ha dejado preocupado la opinión que manifiesta sobre el papel de las mujeres en estos mundos tan duros. Dice que no tienen presencia en esos ambientes y, ante las dudas planteadas por el entrevistador, añade tajante:
"Cuando presentan a una mujer sexy en uniforme como jefa de las fuerzas especiales británicas, me temo que no es el caso. El jefe será probablemente un antiguo comandante del Special Air Service (SAS, uno de los regimientos de las fuerzas especiales británicas). Y no es sexismo, es un regimiento durísimo, caminan 40 kilómetros con 60 kilos a cuestas, no creo que sea una bestialidad decir que no es fácil para una mujer".
Hasta la Segunda Guerra Mundial, los jefes del espionaje consideraban que las chicas no tenían un hueco en el espionaje. Era cosa de tipos duros. En todo caso, les daban papeles en los que podían sacar provecho de su aparente debilidad y de la tendencia de muchos hombres a volverse locos y perder los papeles por las curvas de su cuerpo.
La guerra sirvió para demostrar al mundo que estaban equivocados. Muchas mujeres contribuyeron a la victoria aliada y fueron torturadas y dieron su vida por la causa, sin aceptar la delación a cambio de salvar la vida.
El machismo quedó latente ahí durante muchos años, aunque fuera de baja intensidad. Ya en los años setenta y ochenta, las mujeres entraron a desempeñar todo tipo de funciones en estos menesteres con idénticos o mejores resultados que los hombres.
En las unidades operativas de todos los servicios secretos del mundo, las mujeres juegan su papel de James Bond en las mismas condiciones que los hombres. No tienen privilegios: mismo trabajo, mismos riesgos. Por eso, no entiendo las palabras de mi admirado Forsyth. Se equivoca totalmente.
FERNANDO RUEDA