No quería escribir de este tema, pero las numerosas preguntas que me han llegado en los últimos días de seguidores me obligan a entrar y contar lo que sé. Se ha dicho que el director del CNI, Félix Sanz, tiene una enfermedad degenerativa, algo que me han desmentido no solo las fuentes oficiales, sino las mías propias.
Si fuera así, lo lógico es que cuando en tres meses el Gobierno se plantee su renovación en el cargo –la Ley establece un periodo de cinco años de mandato que se cumplen a principios de julio- no le renovaran. Si no lo hacen, les aseguro que no será por ese motivo.
También se ha dicho que la estructura del CNI es pésima y que está en fase terminal. Eso tampoco es verdad. De entrada, el servicio de inteligencia funciona siempre al margen de su director. Está tan bien engrasado que la obtención de información se produce día a día gracias a los miles de agentes que funcionan en la calle o en despachos. Ellos saben poco de quién les dirige y se limitan a obtener la información y facilitársela a sus jefes para que se la hagan llegar al Ejecutivo.
Es un acierto de Sanz haber conseguido pacificar el CNI tras la etapa convulsa de Alberto Saiz, en la que un grupo de agentes se sublevó por sus actuaciones discrecionales. Ahora, el tema de personal está tranquilo, gracias al Estatuto de Personal aprobado con el PP.
Pero también es cierto que en la etapa de Saiz se potenció de forma muy importante el servicio, con la contratación de más de mil agentes. Fue una etapa, tras los atentados del 11-M, en la que se volcaron en luchar contra el terrorismo yihadista, sin olvidar otros temas como la lucha contra ETA y la ciberdelincuencia.
Félix Sanz se encontró con eso y ha tenido la suerte de que el recorte presupuestario generalizado en la Administración le haya tocado poco y ha podido mantener los esfuerzos, aunque con dificultades. El CNI necesita mejorar en algunas cosas, pero sin duda es un gran servicio de inteligencia. Y lo dice alguien que lleva muchos años ejerciendo el necesario control periodístico de la institución.
Si fuera así, lo lógico es que cuando en tres meses el Gobierno se plantee su renovación en el cargo –la Ley establece un periodo de cinco años de mandato que se cumplen a principios de julio- no le renovaran. Si no lo hacen, les aseguro que no será por ese motivo.
También se ha dicho que la estructura del CNI es pésima y que está en fase terminal. Eso tampoco es verdad. De entrada, el servicio de inteligencia funciona siempre al margen de su director. Está tan bien engrasado que la obtención de información se produce día a día gracias a los miles de agentes que funcionan en la calle o en despachos. Ellos saben poco de quién les dirige y se limitan a obtener la información y facilitársela a sus jefes para que se la hagan llegar al Ejecutivo.
Es un acierto de Sanz haber conseguido pacificar el CNI tras la etapa convulsa de Alberto Saiz, en la que un grupo de agentes se sublevó por sus actuaciones discrecionales. Ahora, el tema de personal está tranquilo, gracias al Estatuto de Personal aprobado con el PP.
Pero también es cierto que en la etapa de Saiz se potenció de forma muy importante el servicio, con la contratación de más de mil agentes. Fue una etapa, tras los atentados del 11-M, en la que se volcaron en luchar contra el terrorismo yihadista, sin olvidar otros temas como la lucha contra ETA y la ciberdelincuencia.
Félix Sanz se encontró con eso y ha tenido la suerte de que el recorte presupuestario generalizado en la Administración le haya tocado poco y ha podido mantener los esfuerzos, aunque con dificultades. El CNI necesita mejorar en algunas cosas, pero sin duda es un gran servicio de inteligencia. Y lo dice alguien que lleva muchos años ejerciendo el necesario control periodístico de la institución.
FERNANDO RUEDA