La desaparición del avión de Malaysia Airlines MH370, con 239 personas a bordo, se ha convertido en el último caso de "fabrique usted cualquier conspiración que nadie se la va a desmentir". Empieza a recordarme otros casos más famosos como los de los asesinatos de Kennedy o Lady Di, en los que en cada aniversario aparecen nuevos datos posibles, aunque difíciles de demostrar.
Lo primero que hay que tener claro es que la clave del asunto no es dónde están los restos del aparato. Eso sirve, y es básico por supuesto. para confirmar la muerte de los pasajeros y que las familias tengan la esperanza de poder enterrar los cuerpos.
Más allá, apenas aportará datos para encontrar las claves: ¿Qué pasó dentro del avión para que apagaran los aparatos que permitían identificar la posición del avión? ¿Y por qué el aparato cambió su ruta y no se dirigió a China?
Aquí empiezan las teorías de la conspiración, algunas de ellas demenciales. La primera es que dentro del avión viajaban varios empleados de una empresa estadounidense de alta tecnología que iban a ser detenidos a la llegada para que largaran todo lo que sabían del tema.
Por este motivo, o por algunos similares, el avión habría sido secuestrado por la CIA y llevado a isla Diego García, una base de operaciones truculentas de Estados Unidos. La teoría es muy bonita, pero ocultar tantos pasajeros es imposible durante uno o varios meses.
Otra es que fue secuestrado por los propios pilotos, contrarios al Gobierno malayo, que pretendían convertirlo en un arma mortífera similar a los aparatos secuestrados por Al Qaeda el 11-S y lanzados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Para evitarlo, el avión habría sido abatido.
El silencio era la única forma de evitar una crítica internacional por la decisión. Si esto hubiera sido así, las autoridades locales podrían haberlo explicado y se hubiera entendido su decisión para evitar males mayores.
Hay otras teorías, pero no son tan buenas. Según mi opinión, habría que dirigir la mirada hacía algún o algunos países que podrían tener información sobre el vuelo y que, por alguna extraña razón, no lo han hecho público. En un mundo donde sabemos que la NSA lo controla todo, gracias a satélites que surcan el planeta, y que almacenan miles de millones de datos, en algún lugar tiene que haber información sobre ese avión.
Unos días después del desastre, Tailandia reconoció que había encontrado huellas del paso del MH370 por su espacio aéreo. ¿Qué pasa con el resto de los países y con Estados Unidos? No se sabe lo que realmente pasó, pero por mucho que en los últimos cien años hayan desaparecido 88 aviones, no es posible creer que en el siglo XXI nadie sepa nada. Al menos, yo no me lo creo.
Lo primero que hay que tener claro es que la clave del asunto no es dónde están los restos del aparato. Eso sirve, y es básico por supuesto. para confirmar la muerte de los pasajeros y que las familias tengan la esperanza de poder enterrar los cuerpos.
Más allá, apenas aportará datos para encontrar las claves: ¿Qué pasó dentro del avión para que apagaran los aparatos que permitían identificar la posición del avión? ¿Y por qué el aparato cambió su ruta y no se dirigió a China?
Aquí empiezan las teorías de la conspiración, algunas de ellas demenciales. La primera es que dentro del avión viajaban varios empleados de una empresa estadounidense de alta tecnología que iban a ser detenidos a la llegada para que largaran todo lo que sabían del tema.
Por este motivo, o por algunos similares, el avión habría sido secuestrado por la CIA y llevado a isla Diego García, una base de operaciones truculentas de Estados Unidos. La teoría es muy bonita, pero ocultar tantos pasajeros es imposible durante uno o varios meses.
Otra es que fue secuestrado por los propios pilotos, contrarios al Gobierno malayo, que pretendían convertirlo en un arma mortífera similar a los aparatos secuestrados por Al Qaeda el 11-S y lanzados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Para evitarlo, el avión habría sido abatido.
El silencio era la única forma de evitar una crítica internacional por la decisión. Si esto hubiera sido así, las autoridades locales podrían haberlo explicado y se hubiera entendido su decisión para evitar males mayores.
Hay otras teorías, pero no son tan buenas. Según mi opinión, habría que dirigir la mirada hacía algún o algunos países que podrían tener información sobre el vuelo y que, por alguna extraña razón, no lo han hecho público. En un mundo donde sabemos que la NSA lo controla todo, gracias a satélites que surcan el planeta, y que almacenan miles de millones de datos, en algún lugar tiene que haber información sobre ese avión.
Unos días después del desastre, Tailandia reconoció que había encontrado huellas del paso del MH370 por su espacio aéreo. ¿Qué pasa con el resto de los países y con Estados Unidos? No se sabe lo que realmente pasó, pero por mucho que en los últimos cien años hayan desaparecido 88 aviones, no es posible creer que en el siglo XXI nadie sepa nada. Al menos, yo no me lo creo.
FERNANDO RUEDA