Las imágenes de Nuestra Señora del Rosario, Santísimo Cristo Resucitado y María Magdalena cerraron ayer una Semana Mayor baenense que ha tenido el sol como protagonista. Los judíos de la turba de la cola negra pusieron anoche el punto y final al toque del tambor que iniciaron al inicio de la Cuaresma cada viernes de miserere en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Con temperaturas elevadas, siguiendo la tónica de días anteriores, la Real Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario y Santo Cristo Resucitado realizó su estación de penitencia por las calles de la localidad después de dos años sin poder hacerlo debido a las inclemencias meteorológicas.
Sobre las 10.00 de la mañana el templo de Nuestra Señora de Guadalupe era ocupado por los hermanos mayores y directivos de todas las cofradías de Semana Santa para festejar la Pascua de Resurrección. Entre ellos se encontraba Juan Carlos Roldán, presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, que organiza conjuntamente con la Real Archicofradía la eucaristía de la mañana dominical de la resurrección.
Tras la misa, que fue celebrada por el capellán y consiliario de la entidad cofrade, Juan Huertas, a las 11.00 de la mañana el gallardete de la cofradía marcaba el inicio de la última procesión que desfilaría de las siete que forman la Semana Mayor baenense.
A tres golpes de puerta el hermano mayor, Julio Garrido, abría el pórtico de Nuestra Señora de Guadalupe, donde la imagen de Jesús Resucitado escenificaría junto a María Magdalena el encuentro con Jesús tras su resurrección.
Tras ellos desfilaba el paso de palio de Nuestra Señora del Rosario, la última imagen en procesionar de la Semana Grande de los baenenses. En esta ocasión lucía la corona que regaló la Reina Isabel II, que se restauró el pasado año en un taller de orfebrería de la capital cordobesa junto al rosario que llevó en sus esponsales.
Ha sido una Semana Santa plena caracterizada por las buenas temperaturas, las cuales han propiciado que se viva una semana llena de luz, color, sonido y esplendor. Ahora es el momento para hacer balance, corregir los errores que se hayan cometido y mejorarlos para próximos años.
Se marcharon los forasteros, el pueblo vuelve a la normalidad habitual, pero en el corazón de los baenenses ya se comienzan a escuchar nuevamente los sones de sus tambores, que quedarán dormidos en las viejas arcas durante 365 días. Comienza la cuenta atrás para la próxima Semana Santa.
Ya se vuelven a contar los días para el reencuentro con amigos y familiares, que como cada primavera han vuelto a hacer grande nuestra Semana Santa. Y con la mirada puesta en el año en que por cuarta vez Baena volverá a ser la anfitriona de las jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y el Bombo para mostrar al visitante la hospitalidad que siempre la ha caracterizado.
Con temperaturas elevadas, siguiendo la tónica de días anteriores, la Real Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario y Santo Cristo Resucitado realizó su estación de penitencia por las calles de la localidad después de dos años sin poder hacerlo debido a las inclemencias meteorológicas.
Sobre las 10.00 de la mañana el templo de Nuestra Señora de Guadalupe era ocupado por los hermanos mayores y directivos de todas las cofradías de Semana Santa para festejar la Pascua de Resurrección. Entre ellos se encontraba Juan Carlos Roldán, presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, que organiza conjuntamente con la Real Archicofradía la eucaristía de la mañana dominical de la resurrección.
Tras la misa, que fue celebrada por el capellán y consiliario de la entidad cofrade, Juan Huertas, a las 11.00 de la mañana el gallardete de la cofradía marcaba el inicio de la última procesión que desfilaría de las siete que forman la Semana Mayor baenense.
A tres golpes de puerta el hermano mayor, Julio Garrido, abría el pórtico de Nuestra Señora de Guadalupe, donde la imagen de Jesús Resucitado escenificaría junto a María Magdalena el encuentro con Jesús tras su resurrección.
Tras ellos desfilaba el paso de palio de Nuestra Señora del Rosario, la última imagen en procesionar de la Semana Grande de los baenenses. En esta ocasión lucía la corona que regaló la Reina Isabel II, que se restauró el pasado año en un taller de orfebrería de la capital cordobesa junto al rosario que llevó en sus esponsales.
Ha sido una Semana Santa plena caracterizada por las buenas temperaturas, las cuales han propiciado que se viva una semana llena de luz, color, sonido y esplendor. Ahora es el momento para hacer balance, corregir los errores que se hayan cometido y mejorarlos para próximos años.
Se marcharon los forasteros, el pueblo vuelve a la normalidad habitual, pero en el corazón de los baenenses ya se comienzan a escuchar nuevamente los sones de sus tambores, que quedarán dormidos en las viejas arcas durante 365 días. Comienza la cuenta atrás para la próxima Semana Santa.
Ya se vuelven a contar los días para el reencuentro con amigos y familiares, que como cada primavera han vuelto a hacer grande nuestra Semana Santa. Y con la mirada puesta en el año en que por cuarta vez Baena volverá a ser la anfitriona de las jornadas Nacionales de Exaltación del Tambor y el Bombo para mostrar al visitante la hospitalidad que siempre la ha caracterizado.
CARLOS BERNAL / BAENA DIGITAL