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El negocio de la generosidad

Ya ha pasado un mes de la catástrofe que se ha cebado con Nepal y parece ser que aún pueden aumentar los daños con la llegada del monzón. Exterminio de vidas, destrucción de viviendas, ruina del entorno turístico fuente importante de ingresos. Poco a poco la magnitud del desastre pasa a segundo plano y cae en el olvido. ¿Ayuda internacional?



Me atrevo a dar unas puntadas de reflexión al vestido de la llamada "ayuda humanitaria" y de cómo se lo pueden montar determinados sectores para presentarse ante el personal como almas caritativas o solidarias. Viene como anillo al dedo la información que expongo a continuación. Como siempre aparecen dos caras, una interesada y a gran escala y otra más humilde, menos llamativa pero más solidaria. Al menos, así me lo parece. Vamos con la primera referencia.

Movistar, en un correo enviado a los móviles de sus usuarios al poco tiempo de ocurrir la catástrofe de Nepal, dice lo siguiente (transcribo literalmente): “Movistar y 7 ONG por Nepal: 1.2 mill. de personas necesitan ayuda urgente. Envía AYUDO al 28014 y dona 1.20 e; + info: http:/28014.es/Movistar o Altiria 902002898”. ¡Genial! puede pensar el usuario ante este tipo de mensajes que llaman a la solidaridad.

Hagamos un somero análisis de dicha información. Siete ONG –reconozco que no me he informado de la identidad de las mismas– se suman al gigante de la telefonía y sugieren a los usuarios que con un simple “AYUDO” aporten 1,20 euros para una causa humanitaria. Por si no estamos convencidos de la autenticidad del mensaje, ofrecen un número 902 al que poder llamar o una dirección de Internet. Aquí está la justificación dispuesta con ingenio, disimulo y maña, como posible disculpa. Y digo yo: ¿por qué habríamos de dudar de la limpieza de dicha acción?

La honestidad, el desprendimiento, la generosidad de estas iniciativas puede mover las piedras más duras de usuarios, ya de por sí sobrecargados con medias verdades. Ayudar en esta catástrofe o, si lo prefieren, hacer caridad a costa del bolsillo de los demás, es algo maravilloso. Siento curiosidad por saber cuánto han podido reunir (¿recaudar?) por este sistema que, personalmente, me suena al tocomocho. Mi simpatía por los operadores de telefonía va cada día “in crescendo”.

La segunda parte, la referida a cerciorarse de dicha información, tampoco deja frío ni insensible. Se puede llamar a un 902 con lo que la participación ya no es la inicialmente anunciada, dado que en este tipo de números se cobra por su uso. ¡Marchando otra dosis de generosidad a costa del usuario! Creo que se pueden habilitar números 900 que son gratis para el consumidor al cual no se le re-carga con un coste añadido. Claro que usar dicho 900 no deja beneficios… ¡Qué bonita es la solidaridad a costa de los demás!

¿Por qué de esta noticia? Se me ocurre recordar que dicha compañía acaba de hacer una tropelía a todos los clientes que tiene con “contrato de fusión” a los cuales les ofertó un precio “para siempre” con dicho producto. Contrato con el que no han cumplido desde el momento en que, unilateralmente, deciden incrementar la cuota mensual en cinco euros saltándose a la torera lo prometido.

Se me ocurre que en un gesto de “generosidad” –la cantidad puede ser elevada– podrían haber decidido ofrecer de ayuda a Nepal, el susodicho incremento de ese primer pago que, dicho sea de paso, está siendo recurrido desde asociaciones de usuarios. La ONU pretendía conseguir unos cuatrocientos millones de dólares para poder salir adelante y no han llegado a cien. Esa imaginaria cuota igual podría haber equilibrado la balanza.

Se me ocurre pensar que los cabreados consumidores, anquilosados en la rutina, hasta se habrían conformado con la subida y ante el fastidio de hacer cambios, habrían aplaudido el gesto. La compañía habría ganado algunos enteros en consideración popular y hasta puede que más clientes…

En fin, esto no deja de ser una elucubración buscando una buena praxis, una actuación de ética empresarial basada en un buen hacer, primero con sus usuarios y después colaborando “honradamente” con una causa humanitaria. Hablo de ética de empresa que va más allá de la pura cuenta de beneficios al coste que sea.

En la otra cara está la referencia al trío integrado por el Club de Montaña Piedra Luenga y Verticalia que, junto a Edurne Pasaban, se unen para recaudar fondos, lo que pueda ser, para prestar ayuda al pueblo nepalí. La referencia aparece en Montilla Digital. En este tipo de acción no hay segundas intenciones ni deseos de salir en la foto y sí un espíritu de solidaridad arrimando el hombro en lo que buenamente se pueda recoger.

No soy aficionado al montañismo ni tengo relación alguna con dicha parcela, por lo que no subyacen segundas intenciones en estas líneas y sí una alerta ante actuaciones no del todo transparentes y, desde luego, claramente interesadas. Ayudar a los demás es un deber voluntario que lo suele ejecutar la buena gente que tampoco busca medallas ni, mucho menos, hace publicidad.

PEPE CANTILLO
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