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Los redobles de tambor echando las cajas volvieron a inundar las calles de Baena otro Miércoles Santo

Colas, liñuelos, cascos, anillas, chillones. Todo tiene que estar a punto. Despertaba Baena el Miércoles Santo con sonidos pasionistas. El 'que tan que tan plan' de los tambores se dejaba oír por cualquiera de los rincones de la ciudad desde bien entrada la madrugada, comenzando así el ritual que cada Miércoles Santo se denomina "echar las cajas" para aperturar los días grandes invadiendo cualquier rincón de la ciudad con los compases de un redoble o con los toques de calle y procesión.


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Este día es el día del reencuentro, de compartir y sentir un sentimiento con los baenenses que vienen a vivir los días grandes. Es la esencia de un pueblo que fluye del alma de cada baenense en estos días en los que más que nunca se deja sentir la Pasión nazarena de un modo especial. Es la hora de vivir con intensidad los días grandes para los baenenses, que comienzan con este ritual que cada año se repite y se transmite de padres a hijos. Forasteros y foráneos se echan a las calles para vivir de manera intensa el Miércoles Santo, el día del reencuentro de muchos que tuvieron que abandonar su tierra por motivos de trabajo y vuelven para reencontrarse con una de sus tradiciones más arraigadas.

La población se duplica en estos días, las calles se llenan de pasión y sentimiento recordando a los que ya no están y se eriza la piel cuando en el silencio de la madrugada un tambor rompe el silencio con el sonido del redoble bajo la luz de las estrellas que iluminan el alma de cada judío. En ese momento no hay distinción de colas, la pasión se une y en gran armonía desde cualquier punto de la ciudad los tambores marcan el inicio de estos días.

El judío, coliblanco o colinegro, romperá el sonido de la noche para despertar a la luna en la madrugada con el golpeo de sus parches bien 'templaos' para inundar las calles y adueñarse de cada rincón de Baena, cumpliendo así con una tradición ancestral. El toque de tambor cesará ya en la tarde noche del Viernes Santo en señal de luto acompañando a la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima para luego cerrar los desfiles procesionales con la turba colinegra en la mañana del Domingo de Resurrección.

La climatología se ha dejado notar con una bajada de los termómetros y muchas miradas han estado puestas en el cielo por la amenaza de lluvia, pero nada ha evitado que la gente se eche a la calle para vivir los días grandes de la localidad. Los comercios dedicados a la artesanía semanasantera ultiman capirotes, tahalíes, parches, baquetas y en las casas se dan las últimas vueltas de cordel al tambor para que suene a gloria en esta noche santa.

En la tarde de ayer, inundados por el incesante sonido de los tambores, visitaba la localidad Francisco Javier Fernández Hernández, consejero de Turismo de la Junta de Andalucía para conocer in situ y de primera mano el colorido y el sonido de los tambores de Baena. Desde el balcón más emblemático de la ciudad, la popular Muralla en la calle Llana, el consejero y el alcalde, Jesús Rojano, acompañados por otras autoridades, presenciaron el paso de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto y San Diego, así como el paso del Prendimiento en la Plaza de la Constitución.

Hasta bien entrada la tarde los coliblancos y colinegros tocaron sus cajas hasta que dio comienzo la estación de penitencia de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto y Señor San Diego. A partir de esa hora ambas colas procesionaron con la cofradía del Miércoles Santo, que a las 19.00 de la tarde inició su desfile procesional cuando las imágenes de San Diego de Alcalá y Nuestro Padre Jesús del Huerto mecido al compás de una saeta cruzaban el dintel de la iglesia conventual de San Francisco. En esta ocasión la imagen de Nuestro Padre Jesús del Huerto volvía a lucir la túnica que fue adquirida por José Albañir, fallecido el pasado año y que su familia donaba a perpetuidad a la hermandad.

La Centuria Romana de los 'Mohínos' marcaba el paso tras la imagen del franciscano San Diego de Alcalá, que al llegar a la Plaza de la Constitución realizó una parada, como viene siendo habitual desde hace unos años, mientras la Hermandad de los Apóstoles había el abrazo y el Prendimiento de Jesús del Huerto. En ese momento la turba de judíos de la Cola Negra abandonaba el desfile procesional según el acuerdo tomado entre los bastones colinegros y la cofradía del Miércoles Santo, para mayor lucimiento y fluidez del desfile, ya que procesionan unos 3.000 judíos y en esta cofradía la turba colinegra desfila como invitada.

Al mismo tiempo, cientos de fieles se apiñaban en la Muralla para ver a la imagen de Jesús de la Ventana acompañado de la Agrupación Musical del pueblo jienense de Hibros, siendo muy aplaudida al paso del señor por las calles de la localidad. Como viene siendo tradicional, los hermanos del Cristo de los Azotes, conocidos popularmente como 'los berenjenos', encendieron bengalas a la altura de la Muralla y la imagen de Nuestra Señora de los Dolores puso el broche final al desfile del Miércoles Santo baenense.

El hermano mayor, Raúl Peña, lucía el típico trajecillo blanco que hace tan singular a esta cofradía que realiza estación de penitencia en la noche del Miércoles Santo. Entre las novedades más importantes que presentó la cofradía destacaban los ciriales de la Hermandad de Jesús de la Ventana y la corona y el corazón de plata que lució la imagen de Nuestra Señora de los Dolores.

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REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL

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