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Santiago Martín Gallo | Andalucía después del Covid-19

La crisis del coronavirus ha cambiado muchas cosas en muy poco tiempo y está obligando a los gobiernos regionales y locales, a las empresas y a las organizaciones a dibujar escenarios para planificar cómo será el día después. Y no solo eso: también abre la veda al terreno de las "oportunidades", de los "buenos momentos" para "repensar" estrategias y cambiar. Porque no se trata solo de digitalizar los mecanismos, sino de cambiar esos mecanismos. Es decir, no imitar el mundo analógico en el mundo digital, sino reinventar un mundo nuevo.



El Covid-19 ha conseguido digitalizar más empresas que la irrupción de cualquier otra tecnología. De hecho, había firmas que aseguraban que el teletrabajo era imposible de implementar en su flujo de trabajo y, sin embargo, hoy están obligadas a adoptarlo.

La tecnología hoy se ha hecho más accesible para todos, pero también se están poniendo en marcha iniciativas para facilitar esta adaptación. Una de ellas es el Plan Acelera Pyme. Liderado por Red.es en colaboración con empresas privadas, aglutina una serie de medidas de apoyo para acelerar el proceso de digitalización de las pymes, desde el asesoramiento y la formación.

El Plan Acelera Pyme pone a disposición de pequeñas y medianas empresas, así como de autónomos, soluciones tecnológicas orientadas a mantener su actividad y avanzar en procesos de transformación digital, con especial atención, a soluciones de productividad y del trabajo a distancia para atenuar el impacto de la crisis causada por el Covid-19.

Gracias a las herramientas informáticas y digitales, pueden realizarse las tareas laborales diarias desde dispositivos conectados a Internet, incluyendo reuniones online, llamadas virtuales de voz, videoconferencias o envío de documentos internos. Además, en un momento de emergencia como el actual, es fundamental conocer todas las medidas de ciberseguridad que están a su alcance.

El contexto actual será más exigente para todos los autónomos y las pymes no están al margen, pero también tienen la oportunidad de aprovechar para innovar o incorporar métodos más eficaces a través de la tecnología que los hagan igualmente competitivos. La clave está en el valor y en la innovación que sepan aportar

Las personas siguen siendo lo más importante de las empresas y lo que verdaderamente marcará la diferencia será la capacidad de las organizaciones y de las personas de aprender, de adaptarse de forma rápida y ganar sistemas eficientes que pueden aplicarse a sus costes y a sus clientes.

Tan importante es la tecnología como la metodología, ya que la digitalización requerirá “cambios relevantes” para implementar nuevos hábitos como pueden ser una cultura de feedback, modelos alternativos de liderazgo, herramientas innovadoras o canales de comunicación que no se habían usado anteriormente.

De la misma forma, se verán afectadas las habilidades y capacidades de gestores y trabajadores. Afectará al desarrollo de una serie de skills digitales y otros no digitales, pero también muy necesarios para desenvolvernos en el contexto actual de cambio permanente, toma de decisiones en la incertidumbre, definición de objetivos y revisión de éstos de manera constante y nuevos modelos de gobernanza.

Los departamentos de Recursos Humanos se enfrentarán al reto de dar solución a todas las nuevas demandas de las organizaciones. ¿Y cómo será la economía post-pandemia? O, más concretamente, ¿cómo querrán las empresas, Gobiernos y ciudadanos que sea? ¿Se construirán más casas con terraza, ahora que son un bien tan preciado? ¿O con espacios de oficina, si aumenta el teletrabajo?

¿Se reorganizarán las ciudades para no volver a niveles de contaminación previos al confinamiento? ¿Seguirá España viviendo del turismo de sol y playa? ¿Priorizará la sanidad en futuros presupuestos? ¿Se quedarán los aplausos a sanitarios y empleados de la crisis en un gesto, o se valorará su trabajo con mejores salarios dado que se ha demostrado que son esenciales?

Tras la epidemia de 1918 o la pandemia del sida aumentó la inversión en investigación médica. Por eso, cabe pensar que esta situación provocada por el coronavirus llevará a nuestros políticos a dar una atención prioritaria a la sanidad. Quizás también sea un buen momento para replantear estrategias sobre qué modelo turístico queremos. Estamos en un escenario malo, habrá un cambio y, por tanto, tenemos que cambiarlo.

Los planes del Gobierno pasan por impulsar el turismo nacional este año y reforzar la idea de que España es un "destino seguro" después. Que la crisis sanitaria no afecte a nuestra imagen en el exterior. Se cuenta con que los 83 millones de turistas internacionales no volverán en masa este 2020 y con que los españoles preferirán destinos de interior.

El sentido común nos dicta que este año se evitarán aglomeraciones y turismo urbano. Habrá más turismo interior, rural, de grandes espacios abiertos, montañas y pueblos. También se prevé movimiento a las categorías de bienestar: balnearios y spas.

La recuperación del turismo irá por clases. Por un lado, el aumento del paro, la caída de la renta disponible y la posibilidad de que mucha gente no tenga vacaciones porque esté recuperando las horas perdidas provocarán que no viaje todo el mundo. "Viajará la gente con dinero. Y crecerán los segmentos más altos, de cuatro o cinco estrellas y lujo, porque se les presupone un posicionamiento más alto en estándares de limpieza e higiene", indican algunos analistas.

Los problemas de abastecimiento de material sanitario han puesto de manifiesto una realidad: la deslocalización de las fábricas a países más baratos termina pasando factura cuando, en momentos de crisis, es necesaria la producción nacional. Además de recalcar que el coronavirus es una "oportunidad" para traer la industria de vuelta, el Gobierno anunció la creación de un mapa que medirá en tiempo real la producción de equipos sanitarios en España.

Ahora mismo, esta es una economía totalmente atípica. La prioridad es la salud de la población. En el sector sanitario debemos ver cómo reconvertir algunas industrias –la química, la farmacéutica– donde el porcentaje de insumos importados es relativamente elevado.

A nivel mundial, la industria va perdiendo peso, tanto en empleo como en valor añadido. Las mejoras tecnológicas van automatizando una serie de procesos y ganan peso los servicios de alto valor añadido. Yo no hablaría de reindustrializar, sino de concentrarnos en sectores que crecen y en los que el valor añadido es alto, en aquellos en los que se producen mayores avances tecnológicos y crecimiento de la demanda.

No quiero poner ejemplos frívolos, pero hay mucha gente desarrollando aplicaciones de entretenimiento y cosas que hacer a distancia. Antes no existía tanta demanda. La construcción debería generar otro tipo de habitabilidad.

La sucesión de epidemias del pasado dio lugar al saneamiento de las ciudades, a la creación de ensanches y sistemas de alcantarillado para evitar hacinamientos y nuevas enfermedades. Según un análisis de Harvard, la contaminación atmosférica está relacionada con tasas de mortalidad más altas para las personas contagiadas de Covid-19. ¿Es una oportunidad para cambiar el diseño urbano y empezar a rebajar la polución?

En pasadas epidemias se hicieron ciudades más higiénicas, pero eso también empezó con mucha burguesía yéndose fuera para salir del centro contaminado. Y fue coetáneo a la creación del ferrocarril. Hay quien dice que podríamos ver un aumento de la demanda de chalés. Pero eso se cruza con otras tendencias: la capacidad de la gente de mudarse no es tan elevada.

En el ámbito del transporte, habrá aversión a usar el transporte público por la posibilidad de contagios, aunque nadie sabe cuantificar eso en términos de trasvase modal: ¿cuánta gente va a cambiar ese viaje por el coche, la bicicleta o caminar? La otra cuestión es que la movilidad en general bajará por la caída de actividad. Eso ya pasó en la anterior crisis: cayeron el tráfico y los viajes en transporte público. Lo que no sabemos es cuánto caerá.

El comercio electrónico debe perfeccionarse pues, durante estos meses de crisis, ha hecho literalmente 'crack'. Ocado, Amazon... todos los grandes retailers en sus divisiones online no han sido capaces de atender una demanda creciente y repentina en esas dimensiones.

Y claro, es clave el proceso de perfeccionamiento de la última milla (stocks conectados e integrados), pero también es fundamental la rentabilidad. La barra libre de envíos y devoluciones gratuitas va a empezar a disminuir en el número de retailers que lo van a aplicar.

El pequeño y mediano comercio occidental va a ser el gran perjudicado de este escenario del Covid-19, ya que es el que, sin duda, depende más del consumo del vecindario y hay un factor muy importante de conveniencia. Y en los próximos meses, el atributo precio va a superar al atributo conveniencia.

Sin duda, una cosa que hemos aprendido de otras crisis es que, en medio de un escenario hostil donde el precio empieza a ganar adeptos, la única forma de competir es desde el factor humano (atención al cliente, transmisión de valores...) y el respecto al medio ambiente. Si siempre ha sido así, ahora más. Si no es capaz de competir desde el precio, compita desde lo humano y lo sostenible.

El futuro pasa por un concepto explicado desde hace varios años: el escenario omnisciente. Pasa por posicionar realmente al cliente en el centro de todo, que no es tanto la visión de customer centric de Jeff Bezos, sino de otra visión mucho más humana y perdurable en el tiempo. Y también pasa desde el punto de vista tecnológico por el comercio unificado. Porque todos los canales, en un papel de protagonista secundario, se anuden al servicio de consumidor. Hay en estos momentos propuestas tecnológicas realmente interesantes en el comercio unificado.

Sobre el aumento del alquiler de las cosas, se disparará en los próximos meses el alquiler de bienes de consumos o de artículos usados. Aquí los retailers deben habilitar parte de sus tiendas (del mismo modo que lo han hecho masivamente con el click & collect) para el alquiler de servicios y artículo.

También habrá un aumento exponencial del porcentaje de las ventas online que se van a recoger en las tiendas físicas (buy online, pick up in store). Un escenario de márgenes famélicos nos llevará a esto. Vamos, ver para creer...

SANTIAGO MARTÍN GALLO
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