Pedro Sánchez y Santiago Abascal quieren que Alberto Núñez Feijóo siga presidiendo el Partido Popular. Y es por eso que el líder debe retirarse con independencia de lo que ocurra en las urnas gallegas. Liderar el Partido Popular nunca debió ser el destino de Feijóo, aunque fuera por estética. En especial, con el antecedente de sus fotografías con el narcotraficante Marcial Dorado. Ahora, tras conocerse que ofreció indultar al supremacista catalán Carles Puigdemont por un puñado de votos, urge que se retire. Con más razón cuando todo parece apuntar a unas elecciones anticipadas en Euskadi.
Las circunstancias son claras e incontestables. En un país normal, el actual presidente del Gobierno estaría esperando cita para ir a juicio. La ausencia de una oposición combativa y real está normalizando lo anormal: una investidura costeada con dinero público y desmanes antidemocráticos constantes.
No se puede ser ambivalente con algo tan fundamental y tan fundamentalista como lo son los valores democráticos. Con el Jefe del Estado censurando a Pedro Sánchez en su mensaje de Navidad, una ciudadanía encendida contra un Gobierno sin credibilidad, el sector de la Agricultura en la calle, la invasión de las instituciones del Estado… ¿Cómo puede ser posible una oposición tan apática?
La oposición al sanchismo tiene que venir por la Izquierda. Siempre lo he dicho y lo repetiré las veces que sea necesario. Sin embargo, el conjunto del Partido Popular debe de hacer su parte, como lo está haciendo en la Comunidad de Madrid, y exigir un mínimo cumplimiento de las reglas democráticas.
Miramos hacia el Partido Popular y solo vemos una silla vacía. Vox estaba agonizando como consecuencia de sus conflictos internos y del éxito de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad Madrid, reduciéndolo casi a la insignificancia. En cambio, las acciones del Kennedy español y la tibieza del Partido Popular han recompuesto al moribundo.
Y lo que es peor. Esta ausencia les ha impedido dirigir la indignación de una ciudadanía dispuesta a salir a la calle, tal y como demostró en sucesivas manifestaciones, y ha ofrecido al ciudadano más desinformado la pobre imagen de las protestas en la calle Ferraz.
El liderazgo de Alberto Núñez Feijóo no da para más. En cambio, España necesita el retorno del Partido Popular a la arena política. Y ni está, ni creo que lo podamos ver durante una buena temporada.
Haereticus dixit
Las circunstancias son claras e incontestables. En un país normal, el actual presidente del Gobierno estaría esperando cita para ir a juicio. La ausencia de una oposición combativa y real está normalizando lo anormal: una investidura costeada con dinero público y desmanes antidemocráticos constantes.
No se puede ser ambivalente con algo tan fundamental y tan fundamentalista como lo son los valores democráticos. Con el Jefe del Estado censurando a Pedro Sánchez en su mensaje de Navidad, una ciudadanía encendida contra un Gobierno sin credibilidad, el sector de la Agricultura en la calle, la invasión de las instituciones del Estado… ¿Cómo puede ser posible una oposición tan apática?
La oposición al sanchismo tiene que venir por la Izquierda. Siempre lo he dicho y lo repetiré las veces que sea necesario. Sin embargo, el conjunto del Partido Popular debe de hacer su parte, como lo está haciendo en la Comunidad de Madrid, y exigir un mínimo cumplimiento de las reglas democráticas.
Miramos hacia el Partido Popular y solo vemos una silla vacía. Vox estaba agonizando como consecuencia de sus conflictos internos y del éxito de Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad Madrid, reduciéndolo casi a la insignificancia. En cambio, las acciones del Kennedy español y la tibieza del Partido Popular han recompuesto al moribundo.
Y lo que es peor. Esta ausencia les ha impedido dirigir la indignación de una ciudadanía dispuesta a salir a la calle, tal y como demostró en sucesivas manifestaciones, y ha ofrecido al ciudadano más desinformado la pobre imagen de las protestas en la calle Ferraz.
El liderazgo de Alberto Núñez Feijóo no da para más. En cambio, España necesita el retorno del Partido Popular a la arena política. Y ni está, ni creo que lo podamos ver durante una buena temporada.
Haereticus dixit
RAFAEL SOTO
